Aquí estoy, con un nuevo libro mío, que titulo Pentagonía. Acta final, con cinco piezas (par- tes), que son las siguientes:

  • Pieza 1, Seminario cosmológico, para explicar de dónde venimos, empezando, inevitablemente, por el Big ¿Realmente fue así?
  • Pieza 2, Buscando el buen gobierno, con las doce medidas de excelencia en pos del bien común. ¿Las hemos encontrado?
  • Pieza 3, el Imperio inacabable, se refiere a la presencia española cuatro siglos en las Amé- Es una historia verdadera sin parangón posible.
  • Pieza 4, De aquí a la eternidad, la senda de la longevidad y sus consecuencias personales y La vejez no da ninguna inteligencia superior.
  • Y pieza 5, de Historia Ficción, Para que la Monarquía Parlamentaria funcione. ¿La tendremos auténtica en la Constitución de 1978?

Esta es mi tercera novela, y aquí evocaré la primera, Historia de Elio, porque fue el punto de partida de una historia que puede ser interesante. Presenté esa novela mía al Premio Planeta de 1976, y el responsable máximo de ese grupo editorial, José Manuel Lara Bosch, me llamó con grandes urgencias el día antes del premio, por haber surgido una inesperada dificultad: Manuel Fraga Iribarne, ministro entonces de Gobernación, comunicó al Grupo Planeta que, si se otorgaba el premio a Tamames, como se rumoreaba, la edición, por razones políticas, sería bloqueada. Ni más ni menos.

Situación difícil, pero que Lara desde Planeta ya tenía resuelta la cuestión: me propusieron cerrar de inmediato un contrato con los derechos de la novela Historia de Elio, a fin de publicarla tras la concesión del premio. El pagamento fue de un millón de pesetas. Si cito la cifra es porque el Premio Planeta era entonces de cuatro millones, y el finalista recibía 800.000. La cifra de un millón me colocaba a mí como segundo verdadero premiado: un dato para toda la historia subsiguiente. Mi libro se publicó efectivamente, se hicieron varias ediciones, y hubo una especial del Círculo de Lectores. 48 años después he presentado este libro de Pentagonía. Acta final, a la competición de Planeta en 2024, en la idea de ser una obrarompedora. Con muchas ilustraciones y diálogos, según pide Alicia en su país de las maravillas. Y naturalmente, no voy a discutir aquí si el jurado del premio tomó la decisión más correcta conmigo. Desde luego, nada comparable con la sutileza de José Manuel Lara hijo en 1976. En contraste con la actitud actual de la editorial, ciertamente con un jurado muy libre de elegir a quien les parezca bien, pero juzgando a todos… Y en cuanto a calidad de los premios, ya se ha escrito suficiente en los últimos tiempos, no situándolos la crítica en los niveles precisamente más apreciados de la actual literatura española.

Lo anterior no es ningún respiro solemne de irritación, ni una rabieta de autor no premiado. Es la falta de atrevimiento que veo en el Planeta de hoy, que desmerece bastante, por no considerar nuevas formas de narrativa y, sobre todo, lo que se refiere a historia ficción del futuro. Todo eso parece temor a mencionar nombres de personas de muy elevada estima, casi siempre. Que pueden contribuir en el futuro a cambiar un estado de cosas en España que no cabe mantener, en situaciones de corrupción entre muchos que mandan, en la senda de la autocracia.

Se me dijo por algunas voces muy respetables que “tu libro ha estado en la pugna del Premio Planeta 2024, en condiciones muy distintas que las de 1976, con un jurado frío ante las características rompedoras de tu novela, que ni siquiera han juzgado. En otras palabras, Planeta, en 2024, no te ha prestado la acogida debida”. Por eso, acepté ser objeto de una especie de juicio literario aparte, con un elenco reducido pero muy valioso en sus personas, para juzgar si mi obra es o no aceptable para ser valorada e impresa. Se dio el conforme por esos jueces.

Han dicho de mi libro: “Nos gustaría mucho que esta Pentagonía. Acta Final no sea la última aventura literaria del Prof. Tamames… Y desearíamos que su fervor creativo se prolongara in aeternum, y no sólo por el lapso de los 103 años de vida que le pronosticó su médico, el último discípulo vivo del Dr. Gregorio Marañón… Los pensamientos que aquí se hilvanan son como un elixir de eterna juventud, que rompe muchos moldes literarios y cuyo texto acabamos por devorar”. (Del Prólogo de Juan Manuel de Prada a este libro). Con ese regalo literario, Pentagonía. Acta Final empieza a volar con la fuerza del cambio, superando ampliamente los estrechos criterios convencionales.

En definitiva, lector, no estás ante una extraña novela para entretener o no, o de una historia novelada, sino ante un texto que te inquietará y que te hará pensar. Estas páginas no son, pues, una odisea tranquilizadora, sino la evocación del cambio continuo, del elán que da sentido a la vida. Con impulsos y frenos siempre en el afán de llegar lejos, asombrados de que en una existencia que dicen tan corta, contamos, sin embargo, con los elementos de la verdadera eternidad. Creo que todo queda bastante claro… Lean, y me gustaría saber su opinión (castecien@bit- mailer.net)

 

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