¿Amamos? ¿Lo hacemos? ¿Sentimos amor? Sí, lo pensamos, día y noche, pero, ¿lo sentimos? Al menos adoramos los placeres sencillos como último refugio de almas complejas. Estos días han sido intensos y cargado de placeres sencillos. Alguna mañana en el Encuentro Europeo de Editores, compartiendo inquietudes con colegas que protegen y cultivan la cultura. En alguna presentación de libros apoyando a amigas que son capaces de vender libros editados en más de veinte idiomas, toda una proeza hoy día. O como alguna mañana, que terminé con un amigo político que había sido expulsado recientemente del congreso, hablando sobre los procesos constituyentes y el derecho a decidir. Me preguntaba qué otra cosa no puede hacer el ser humano sino decidir constantemente sobre su vida entre esos placeres sencillos. El caso es que ha llegado la primavera y es tiempo de amar. Así que amemos. Con intensidad, con humana compasión, con pasión. 

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