Una pequeña placa de no más de treinta euros conectada a una batería reciclada de coche es lo que alumbra la pequeña cabaña. En verano da para conectar incluso el ordenador. En invierno se conforma con proyectar una tenue luz de esta maravillosa tecnología llamada led. Esta pequeña luz es lo más parecido a la libertad y emancipación energética. Si tuviéramos algo más de recursos compraríamos una instalación completa. Hemos calculado que con mil euros podemos satisfacer cada una de las caravanas o cabañas y así poder trabajar con nuestros ordenadores sin recurrir de momento a argucias extrañas como la de tener que conectar el ordenador de noche a la batería del coche híbrido. Con algo más de presupuesto, algún día toda la casa de piedra entera será totalmente autónoma y podremos ducharnos con agua caliente y tener luz eléctrica sin tener que trasladarnos a otros lugares. Sin necesidad de estar conectados a la red, pues así llevamos casi tres años, y sin ánimo de conectarnos en un futuro.

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Sin embargo, estas condiciones de austeridad no se pueden aplicar a todo el mundo. Lo ocurrido en Reus con la pobre anciana muerta en un incendio provocado por la falta de luz eléctrica es un atentado criminal. Ahora todo el mundo se lava las manos, pero la injusticia de que una gran empresa eléctrica ofrezca suculentos resultados a unos pocos a costa incluso de la muerte de otros es terrorismo económico y social. Lo cierto es que lo disparatado de todo esto es ese juego que seguimos, los votantes económicos, políticos y sociales, haciendo a estas grandes compañías poderosas e intocables. Entre la indiferencia y la indignación, pocos, por no decir nadie, busca alternativas a este tipo de crímenes. De alguna forma, todos seguimos siendo cómplices de este juego macabro. Incluso, lo siento, de la muerte de esa pobre mujer.

Pobre anciana, sí, claro, pobre anciana. Pero sigamos conectados a esos leviatanes que miran para otro lado, sigamos votando a esos que incitan este tipo de provocaciones indecentes.

No digo con esta rabieta que vayamos todos a la montaña y nos hagamos unos utópicos de la nueva era. No hace falta que radicalicemos nuestras vidas hasta tal extremo. Pero al menos actuad con cierta diligencia, compasión y justicia. Buscad alternativas para que las mismas hagan presión sobre el conjunto de la sociedad.

Sí, apaga la luz y vámonos, pero sin necesidad de tirarnos todos al monte, no vaya a que ahora todos queramos vivir utópicamente y también nos quedemos sin montes. Pero al menos cambiad de compañías a unas cuya ética sea de grado superior. Cambiad por favor a entidades que tienen otros valores, no solo el de lucro, para crear una sociedad más justa, limpia, ecológica y equilibrada, donde la prioridad sean las personas y lo demás, incluso el lucro, venga por añadidura.

Os pongo tan solo un ejemplo de que esto es posible. No cuesta nada, solo hacerlo.

https://www.somenergia.coop/es/

Foto: Pequeña placa solar en O Couso. La libertad y emancipación energética solo es una cuestión de voluntad, de apoyo mutuo y cooperación.

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