Febrero 2013. En todos los ojos hay una luz de calor, una fuente de fuego. Las búsquedas infructuosas siempre nos llevan hacia la puerta de entrada de ese millón de soles que nos acercan más allá de los universos. La tenue ráfaga se refleja en los espejos celestes y vuelve como una llama ardiente hacia cualquier otra ventana. Todos los caminos nos llevan al mismo centro: a nuestro centro. Es desde allí que podemos desparramar en la cortina humeante cualquier paisaje posible. Esa llama es la portadora. Está ahí, cerca y lejos dependiendo de donde estemos nosotros. Se aferra a nuestras pupilas cuando rozamos con nuestro rostro el calor sempiterno. Lo continuo que hay en nosotros despierta de su letargo cuando penetramos en la oscuridad y serpenteamos con nuestros rayos los bordes del infinito. Esperemos que este mes sigamos siendo tu llama en el camino. No dejes de leer nuestros libros. 

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