El tiempo tiene celos de lo impermanente, y eso es lo que ocurre cuando te dejas arrastrar por un instante de vida. ¿Por qué malgastamos la brevedad de nuestras vidas en cosas que no nos hagan sentir vivos? No deberíamos perseguir la promesa del absurdo si no podemos arrebatar a la existencia suspiros y aromas, ramilletes de noches escarlatas o esas mariposillas verdes que se posan en el estómago cuando los mirlos empiezan a cantar. ¡Juventud! ¡Siempre juventud que nace del arte sentido, del amor expansivo de poder decir y explicar e insinuar al mundo! ¡Juventud de alma que nunca envejece! ¿Alguien que no sienta el arte puede dibujar el lienzo de la vida? ¿Alguien que no sea capaz de enamorarse de una danza cualquiera, o de un trozo de mimbre, o de una brevedad pausada, puede expresar fulgor? Fuego… más fuego… para que la llama palpite incluso en la cueva más oscura… Y feliz bienvenida a la primavera, que es amor, que es compartir, que es pura vida. 

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