A estos tres jóvenes atrevidos les acompañaba, a cual guardián, nuestra querida Cristina. A ella le debemos que las cosas salieran bien desde un principio, porque con su profesionalidad y su buen hacer hizo que todo fluyera a la perfección.
También nos acompañaba German, el padre de uno de los valientes que recientemente había fallecido. Ese día, cosas del destino, era su aniversario, y a modo de ofrenda, a modo de virtuosa y generosa hermandad, quisimos dedicarle ese pequeño tesoro del corazón.
Hace un año también nos acompañaban en ese día decenas de personas que habían vivido de primera mano todo el recorrido hasta llegar ahí. De alguna forma, nosotros sólo éramos meros representantes de ese impulso, de ese propósito que nace de las fuerzas que recorren este nuevo tiempo. Sólo éramos voluntarios que tuvimos que poner alguna coordenada, algún coche y algo más para poder llegar al día de la firma.
Es difícil poder explicar todas las sensaciones que ese día experimentamos, todas esas pequeñas “magias” que nos llevaron hasta allí, todos esos milagros que hicieron posible que por fin sucediera.
Cuando fuimos a dar nuestro primer paseo por O Couso, por nuestro O Couso, por el ahora O Couso de todos, no podíamos creer que aquello hubiera sucedido. Tampoco podíamos creer que hubiéramos puesto todos nuestros ahorros en algo que ya no era nuestro, sino que serviría en el futuro para que todos lo disfrutaran. ¿Cómo era eso posible? ¿Qué cosa nos movió a tomar esa generosa y arriesgada apuesta? Sólo los principios inspirados, sólo las ansias de ser los últimos y servir lo mejor posible, sólo la necesidad urgente de transmitir valores y principios que nos hagan más humanos, más sensibles, más amorosos.
Y vemos que ha pasado un año y que, efectivamente, O Couso ya no nos pertenece. Ha cobrado vida propia, ha suspirado en anhelos que ahora se hacen realidad. O Couso parece contento y agradecido con nuestra presencia, con las travesuras del perro Geo, con los aullidos de Gaia, con las gracias de las gallinas que corren de aquí para allá, y con la maravillosa gente que ahora lo habita. Ha sido un año emotivo, ha sido un tiempo emocionante donde cientos de almas han podido compartir la realidad de un nuevo paradigma. Hay momentos difíciles, pero también recuerdos imborrables. Ahora el reto se nos presenta cada día más emocionante. ¿Cómo implantar este paradigma inclusive en los momentos más difíciles? Una sonrisa se abre ante el alma peregrina, porque sabemos que la vida siempre responde de forma milagrosa, pase lo que pase, hagamos lo que hagamos.
Superamos nuestra primera primavera y a pesar de los primeros miedos, superamos el primer verano cargado de experiencias, de nuevos amigos, de nuevos reencuentros. Luego llegó el otoño y aguantamos estoicamente las primeras embestidas del clima, de la soledad, de la supervivencia en unas caravanas que se preparaban para lo peor. Pero la naturaleza es sabia. Nos preparaba pacientemente acurrucándonos para estar fuertes y salvar el invierno. Este se presentó y lo conseguimos. Hicimos un baile de la nieve y una fiesta del frío. La lluvia nos sanó por dentro y el viento era nuestro aliado. Y ahora, de nuevo la primavera, la celebración, el renacer, la vida.
Gracias de corazón a todos. Gracias por ser testigos privilegiados de este tiempo. Gracias por transmitir vida y compartirla en este trozo de verde tierra oceánica. Gracias sinceras por todos vuestros apoyos y por saberos parte de esta realidad. O Couso está feliz, la casa nos acoge, la tierra es generosa, el clima es propenso. La llama de O Couso sigue viva, un año después. Gracias por ser tejedores activos de esta bonita realidad que pretende seguir inspirando a muchos para hacer de este mundo bueno, un mundo mejor.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS
PROYECTO O COUSO
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Mis respetos para usted doctora Natalia. Eres un sol entre tanta obscuridad. Muchas gracias por su trabajo, gracias por despertar…