“Todas las posibilidades del universo esperan en el hombre, como el árbol que espera en la semilla“. (Aurobindo)
Cuando he llegado a casa, algún vecino o vecina estaba escuchando el disco que tanto me gusta de Sigur Rós, Ágætis byrjun (Un buen comienzo), el cual me traslada a tiempos hermosos y sueños imposibles. En mis bolsillos aún quedaban algunas castañas asadas que un momento antes había comprado en la Gran Vía.
Venía feliz paseando con una temperatura agradable intentando recordar palabra por palabra, gesto por gesto, todo lo que Ramiro Calle había susurrado con ese cariño y esa luz suya momentos antes.
A Ramiro lo conocí por sus libros, cuando de adolescente los compraba en la librería Síntesis de Barcelona. Es conocido como el apóstol del yoga y la meditación en España y algunas personalidades como la propia reina Sofia o Rodrigo Rato han sido sus discípulos. Sincronías de la vida, el 17 de enero de 2008 asistí a una presentación de un libro suyo que editaba Planeta y a la que me invitó el siempre generoso J., el que años más tarde me presentó a Ramiro y provocó este encuentro. Ese mismo día conocí al que luego sería socio y amigo LVT. Venía entusiasmado para que le firmara un ejemplar de ese extraño libro, Creando Utopías, que un amigo común, MC, le había regalado. Presidiendo la mesa estaban Rodrigo Rato y la editora de MR, Carmen Fernandez, con la que luego, sincronías de la vida, coeditaríamos un libro conjuntamente entre Séneca y Planeta.
Habíamos quedado para firmar algunos contratos –este año le vamos a editar tres libros que se sumarán a los más de doscientos que ya tiene editados- y cosas de la vida, terminamos en su centro de yoga de la calle Ayala. Nos dimos un abrazo sentido, de esos que duran más de seis segundos y que nacen de aquellos que se reconocen más allá de las formas.
Ecuánime y de corazón compasivo, Ramiro es un ser extraordinario, desprende cariño y amor por los cuatro costados, y cuando habla, no sólo es ternura, sino sabiduría a raudales. Se nota en cada palabra, en cada explicación, el largo recorrido, la simiente crecida, las ganas de compartir todo lo recolectado.
Me ha gustado como hilvana todo su cúmulo de saberes. Como habla de la sombra y de la quietud, de la necesidad de meditar para resetear nuestro disco duro, para limpiar los residuos de nuestra bilis mental. De la necesidad de alimentar con la meditación los otros cuerpos sutiles al igual que hacemos con los físicos. De la necesidad de crear ese hábito para poseer una vida más sana y menos sufriente. Del poder de traspasar nuestro fango, como decía Aurobindo, para poder limpiar nuestras aguas profundas. Y así, ser seres cristalinos, puros, limpios, que podamos mostrar en nuestros gestos y nuestra mirada ese amor y esa paz que Ramiro transmite.
El encuentro de hoy no ha sido suficiente, así que mañana volvemos a quedar para seguir charlando y compartiendo esos viajes más allá de la Quietud.
Mis respetos para usted doctora Natalia. Eres un sol entre tanta obscuridad. Muchas gracias por su trabajo, gracias por despertar…